En 1907, el neurólogo alemán Aloís Alzheimer detectó problemas de memoria en una mujer de 48 años de edad. Se trataba de las primeras señales de una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta con trastornos conductuales y el deterioro de la capacidad para procesar el pensamiento.

El Alzheimer es la más común de las demencias y se caracteriza por ser progresivo y disminuir las funciones intelectuales, interfiriendo con la capacidad para realizar las actividades diarias. En consecuencia, llega un momento en que el enfermo no puede cuidar de sí mismo.

Por lo regular se presenta en personas mayores de 65 años, aunque los primeros síntomas se pueden experimentar entre los 40 y 50 años; las mujeres con más frecuencia. Comienzan con dolores de cabeza, debilidad, insomnio, irritabilidad y pérdida severa de la memoria y de habilidades de lenguaje; así como desorientación en tiempo y espacio, con cambios en el estado de ánimo, conducta y personalidad.

Se desconoce la causa exacta que lo propicia, pero se saben de factores desencadenantes: ser mayor de 60 años, herencia familiar de la enfermedad y factores genéticos, Síndrome de Down, tabaquismo, diabetes, obesidad y depresión. Los antecedentes de traumatismo de cráneo y los problemas cardiovasculares o cardíacos también son factores de riesgo.

Se han detectado dos tipos de Alzheimer: de aparición temprana y tardía. En el primero, los síntomas surgen antes de los 60 años y empeoran rápidamente; en este caso pudo haber sido heredada y existe una identificación de los genes con ella. El segundo se presenta en personas mayores de 60 años y el papel de los genes es menor aunque ésta haya sido heredada; es el más común en la población.

El olvido común surge a partir de los 40 años de vida. No recordar nombres o direcciones es normal y por lo general el recuerdo llega momentos después. En cambio, el olvido propiciado por el Alzheimer radica en no saber cómo vestirse, leer, escribir, desconocer el nombre de familiares o perderse en lugares que anteriormente frecuentaban. Entre las personas mayores es una de las principales causas de discapacidad y dependencia.

La Asociación Mexicana de Enfermedad de Alzheimer advierte de señales que dan aviso de la enfermedad y otros tipos de demencia: cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana; dificultad para planificar o resolver problemas; para desempeñar tareas habituales en la casa, trabajo o tiempo libre; para comprender imágenes visuales; desorientación de tiempo o lugar; problemas con el uso de las palabras en el habla o escritura; disminución o falta de buen juicio; y cambios en el humor o la personalidad, entre otros.

Aunque es un padecimiento que no tiene cura, si se detecta a tiempo se pueden suministrar medicamentos que retrasen su avance, así como brindar ayuda a los familiares para que el enfermo lleve una mejor calidad de vida.

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